lunes, 13 de diciembre de 2010

CONFLUENCIA DE ESPEJISMOS


Si te interesaba este blog, puedes seguirlo desde otro que se pretendió espejismo de éste, aunque sin llegar nunca a conseguir su propósito http://espejismosmentales.

domingo, 16 de mayo de 2010

el espejismo de las verdades personales

"Cada cual tiene su propia verdad". ¿Seguro? Una cosa es que puedas (y resulte recomendable) seguir tus intuiciones, tu olfato vital, y otra es otorgarle rango de verdad a lo que acaso no sea tal.
"Cada cual tiene su verdad". Mientras consideremos que una frase así tiene verdadero sentido, seguiremos condenados a no comprendernos. No digo entendernos (pactar, acordar, negociar), digo que ni siquiera a comprendernos (a traducir más o menos bien lo que el otro es, incluso lo que seamos nosotros mismos).
La verdad sólo es una, y que nadie se espante, porque nadie la tiene. A lo más que podemos aspirar es a disponer (conquistar averiguando concienzudamente, o aprehender súbitamente, por un soplo de inspiración, no sé si divina, pero maravillosa y siempre graciosa -de gracia;sea por ascetismo o por el benéfico producto de una estupenda comida, o de un paisaje conmovedor, o una música que sintoniza con nosotros y nos permite vibrar de un modo más acorde con el universo de experiencias, por lo que sea), a disponer de un fragmento más o menos precario de verdad, y ese fragmento es lo que confundimos con el todo, considerando que es nuestra verdad, cuando sólo es un fragmento de ella.
Acaso sumando todos los fragmentos, nos alcanzase a conocer la verdad. Sospecho que tampoco, porque la realidad posee misterio, el mundo tiene su misterio, la vida tiene su misterio.

domingo, 25 de abril de 2010

los espejimos que asoman en los asuntos Garzón

Me gusta que Garzón trabaje duro, que le cunda el tiempo, que no se especialice en lucha antiterrorista ni en corrupción ni en crímenes de lesa humanidad, que alcance a Pinochet o a Gurtel, y que aún le quede tiempo para dar conferencias. Pero quizá tengan razón quienes dicen que no instruye como se debería. ¿Justifica esto un juicio, en lugar de una gremial y reglamentaria llamada de atención?
Los que le apoyan, sólo mentan el caso de la memoria histórica, sin reservas, con todo lo que el otro juicio, relacionado con Botín y lo que cobrase o dejase de cobrar Garzón por unos cursos financiados por el Santander, pueda traer.
Tanto entre las filas de quienes le apoyan, como entre las de quienes le desprestigian, veo muy poca distancia, como que no toman la necesaria para intentar ver con perspectiva de qué va todo este lío que se ha montado en torno a él.
Garzón está siendo una especie de catalizador (no sé si pretendidamente, o si casual) que de pronto ha excitado a unos y a otros, hasta enfrentarnos según había sido habitual hace mucho tiempo, y parecía que ya habíamos dejado de hacerlo. Pero de pronto, ha vuelto aquel estilo poco argumentativo, de todo bueno o todo malo, de republicanos acusando de franquistas y de derechistas descalificando a izquierdistas y republicanos,que ha dividido el patio entre azules y rojos, y algunos, que no estamos por la labor del encuadramiento, que vamos por libre, pero ni neutrales, ni equidistantes, ni desinteresados por averiguar qué está sucediendo, tenemos que hacer enormes esfuerzos para diferenciar lo opinable de lo que podrían ser hechos, y asistimos a unas disquisiciones gremiales parece que muy mal resueltas, que habrían optado por remedios de los que podría decirse que peores que la enfermedad.
Quienes deberían ayudarnos a aclararnos, supuestos periodistas, no hacen sino añadir más opinión, pero sin muchos más datos.
Recuerdo la campaña de publicidad que hace años hizo un medio informativo: "Una persona sin información, es una persona sin opinión". Estos días me pregunto si podemos sentirnos adecuadamente informados, cuando se nos da tanta opinión sin la correspondiente información previa. Si la mayoría llega a caer en la cuenta de hasta qué punto se le sugieren alineaciones, mientras se escamotean datos y hechos.

miércoles, 24 de febrero de 2010

facebook


Más face que book, más ruido que sustancia. Y desde luego, un gran espejismo.
Un lugar donde el feedback puede terminar en boomerang.

domingo, 31 de enero de 2010

autobiografías



"El castillo alto es un libro de memorias. O algo así. Más bien es un texto especialísimo sobre la memoria, en concreto sobre la de la infancia y la adolescencia. La originalidad de la obra se advierte desde el prólogo, en el que Lem nos dice que ha fracasado totalmente en su propósito. Él pretendía dejar fluir los recuerdos libremente, quería que emergieran los jirones del pasado por sí solos y la memoria fuera construyendo su propio retrato. Pero, como es natural, enseguida vio que eso era imposible; el individuo altera y ordena inevitablemente esos recuerdos, los convierte en narración, en un invento. La memoria siempre es mentirosa: "Desearía dejar hablar al niño, retroceder sin interferir, pero en vez de eso lo exploto, le robo, le vacío los bolsillos (...) Comenté, interpreté, hablé demasiado (...) y cavé una tumba para ese chico y lo enterré. Una tumba meticulosa, precisa, como si hubiera escrito sobre alguien inventado, alguien que nunca vivió,alguien cuya voluntad y designios podrían labrarse según las reglas de la estética. No jugué limpio. A un niño no se le trata así", concluye (Stanislaw Lem), según transcribe Rosa Montero en El País Semanal, hoy.
No lo ha escrito hoy, debe haberlo hecho hace bastantes días, pero casi coincide con lo que el viernes, en L'Hora del lector (ese regalo que nos hace Emili Manzano todas las semanas), Castellet i Benet i Jornet también hablaron de la memoria:
Benet i Jornet ha constatado que sus recuerdos son inventados (eso le gustaría mucho a Enrique Vila-Matas, que titula exactamente así uno de sus libros, Recuerdos inventados), que al mostrar lo escrito a personas que estuvieron presentes en lo sucedido y narrado, éstas le dijeron que de ningún modo eso sucedió del modo en que él lo escribe, pero que para el autor eso era lo que registraba su actual memoria.
Castellet, coteja con terceros (o con recortes de periódicos, o con cartas) cosas de las que no está completamente seguro de que sucedieran tal como él las recordaba.

Imma Monzó (en su entrañable libro Un home de paraula, que acabé de releer hace dos días), hace un esfuerzo por preservar la memoria de su amor muerto tres años antes, con el temor de que pudiera perderse, disiparse, confundirse. Tratándose de algo tan importante en su vida, teme que el olvido, que la memoria, le juegue malas pasadas e intenta enfrentarse a eso escribiendo.

Resulta que no obstante el esfuerzo por preservar por escrito la memoria, luchamos contra el olvido y contra la escritura involuntaria, la escritura que nuestra propia memoria, por su cuenta, nos reescribe a pesar nuestro. De modo que la autobiografía puede no ser mucho más que un espejismo.

Acabo de remitir a un amigo las mismas líneas de Rosa Montero que he copiado aquí al inicio. Él me había remitido un relato "autobiográfico" y me ha parecido que Rosa Montero, que Stanislaw Lem, le respondería mucho mejor que yo. Mi amigo escribe bien, muy bien, y yo le aliento a que lo haga más frecuentemente, a que agrupe relatos o a que resuelva por fin su novela, convencido de que tendrá valor. Este último relato que me ha remitido, sin embargo, me da la impresión (no es algo objetivo, es mi impresión subjetiva) de que ha sucumbido a otro enemigo de la memoria: la excesiva atención prestada a los eventuales futuros lectores. No es necesario ni mentir para que dejen de ser auténticas, basta decirlas de un modo no despreocupado de los demás. Algo nada fácil, desde luego. Pero algo que Benet i Jornet dice que ha intentado evitar. No sé si es posible conseguirlo completamente, pero sin intentarlo no me parece posible escribir unas memorias, algo autobiográfico, que resulte veraz y conmocione.