domingo, 25 de abril de 2010

los espejimos que asoman en los asuntos Garzón

Me gusta que Garzón trabaje duro, que le cunda el tiempo, que no se especialice en lucha antiterrorista ni en corrupción ni en crímenes de lesa humanidad, que alcance a Pinochet o a Gurtel, y que aún le quede tiempo para dar conferencias. Pero quizá tengan razón quienes dicen que no instruye como se debería. ¿Justifica esto un juicio, en lugar de una gremial y reglamentaria llamada de atención?
Los que le apoyan, sólo mentan el caso de la memoria histórica, sin reservas, con todo lo que el otro juicio, relacionado con Botín y lo que cobrase o dejase de cobrar Garzón por unos cursos financiados por el Santander, pueda traer.
Tanto entre las filas de quienes le apoyan, como entre las de quienes le desprestigian, veo muy poca distancia, como que no toman la necesaria para intentar ver con perspectiva de qué va todo este lío que se ha montado en torno a él.
Garzón está siendo una especie de catalizador (no sé si pretendidamente, o si casual) que de pronto ha excitado a unos y a otros, hasta enfrentarnos según había sido habitual hace mucho tiempo, y parecía que ya habíamos dejado de hacerlo. Pero de pronto, ha vuelto aquel estilo poco argumentativo, de todo bueno o todo malo, de republicanos acusando de franquistas y de derechistas descalificando a izquierdistas y republicanos,que ha dividido el patio entre azules y rojos, y algunos, que no estamos por la labor del encuadramiento, que vamos por libre, pero ni neutrales, ni equidistantes, ni desinteresados por averiguar qué está sucediendo, tenemos que hacer enormes esfuerzos para diferenciar lo opinable de lo que podrían ser hechos, y asistimos a unas disquisiciones gremiales parece que muy mal resueltas, que habrían optado por remedios de los que podría decirse que peores que la enfermedad.
Quienes deberían ayudarnos a aclararnos, supuestos periodistas, no hacen sino añadir más opinión, pero sin muchos más datos.
Recuerdo la campaña de publicidad que hace años hizo un medio informativo: "Una persona sin información, es una persona sin opinión". Estos días me pregunto si podemos sentirnos adecuadamente informados, cuando se nos da tanta opinión sin la correspondiente información previa. Si la mayoría llega a caer en la cuenta de hasta qué punto se le sugieren alineaciones, mientras se escamotean datos y hechos.